18 sept 2012

Domesticar y Domar


Es necesario establecer la diferencia que existe entre los términos domesticación y doma, pues indican dos procesos diferentes que a menudo se confunden. La diferencia entre los dos términos es evidente:

En español, domar indica amansar y hacer dócil a un animal mediante ejercicios y enseñanzas, sean estos silvestres o domésticos. La domesticación consiste en acostumbrar al animal fiero y salvaje a la vista y compañía de las personas, es un proceso largo en el que se obliga a una especie a adaptarse para vivir dependiendo del ser humano.






La domesticación es el proceso por el cual una población de una determinada especie animal o vegetal pierde, adquiere o desarrolla ciertos caracteres morfológicos, fisiológicos o de comportamiento, los cuales son heredables y, además, son el resultado de una interacción prolongada y de una selección por parte del ser humano. Su finalidad es obtener determinados beneficios de dichas modificaciones.





La doma, en ambos casos, hace referencia a individuos y no a poblaciones (conjunto de individuos), mientras que la domesticación involucra a poblaciones enteras. Por ejemplo, Se puede domar a leones, tigres o panteras, pero no se puede decir que sean especies domésticas. La diferencia entre las dos lenguas es que en inglés los animales domados se reproducen en poblaciones silvestres, resultando dificultoso en condiciones de cautiverio, pero en español, la doma también se refiere a ciertas especies domésticas, como los caballos.

El proceso de domesticación se logra mediante selección artificial de caracteres, tanto genotípicos como fenotípicos, que el hombre selecciona mediante exhaustivos cruzamientos y una serie de lentas modificaciones acumuladas en el tiempo.

La readaptación a la vida silvestre (asilvestramiento) de una especie doméstica es el proceso contrario: en él la especie doméstica va perdiendo a mayor o menor velocidad los caracteres seleccionados artificialmente al verse sometida al proceso de selección natural que, sin duda, favorece aquellos caracteres más adecuados para que la especie viva en forma libre sin los cuidados pertinentes que el ser humano dispensaba. 

Una conducta agresiva puede ser muy ventajosa para la abeja en el momento de encontrarse con un predador que ataca su colmena. Readaptarse a la vida silvestre o al estado primigenio de la especie en el tiempo dependerá, en gran medida, de las modificaciones genéticas experimentadas en el proceso de domesticación. Cuanto mayores fuesen los cambios alcanzados en el proceso de domesticación, mayor será el tiempo de readaptación y la cantidad de generaciones que deberán transcurrir para volver a ser un animal silvestre. 
Y es posible que muchas especies que el hombre ha domesticado difícilmente lograrán volver a la vida silvestre.

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